No me dedico al periodismo ni suelo publicar en la web o en plataformas sociales. Sí he publicado artículos y también un libro (en colaboración con varios autores) relacionados con mi profesión, abogado y, también, como profesor de Derecho. He ejercido en Lima y en Barcelona. En Lima tuve la oportunidad de trabajar como ayudante del fiscal encargado de la defensa de los Derechos Humanos (Clodomiro Chávez Valderrama). Aunque la mayor parte de mi carrera como jurista la he desarrollado en Barcelona, los años en Lima fueron esenciales, en parte por el propio trabajo, en parte por la grave situación que atravesaba el Perú, especialmente crítica en lo concerniente a los derechos humanos.

Lo que ahora me impulsa a publicar lo indica el propio título del artículo que publicaré a continuación: la miseria informativa que padecemos, comparsa de la miseria de la clase política que igualmente estamos padeciendo. Porque, además de la censura, la impuesta y la autoimpuesta, estamos servidos por unos medios de comunicación que en cierta medida – y no pocas veces en gran medida – no se dedican al periodismo sino a la propagación de distorsión de hechos, a silencios dirigidos a tapar verdades y hasta a las más burdas mentiras, con lo que ello significa: el más completo menosprecio al derecho a la información (veraz, claro), a la libertad de expresión y, lo que es aun más grave al tratar el conflicto entre Ucrania y Rusia, con una enorme responsabilidad moral y jurídica (más de lo que muchos piensan) sobre lo que allí ocurre y ha venido ocurriendo desde hace ya más de 8 años.

Marco Rodríguez-Farge Ricetti